domingo, 7 de febrero de 2010

Y las madres, ¿qué opinan?

En los últimos años se ha debatido con pasión, con violencia y hasta con razonamiento, el problema del control de la natalidad. Desde el punto de vista religiosos, es un delicadísimo asunto que pone en crisis las concepciones ancestrales acerca del respeto incondicional a la vida humana en potencia y que obligaría a la revisión de muchos dogmas morales que rigen nuestra conducta: Los economistas, por su parte, se atienen a las cifras y éstas indican lo que se llama en términos técnicos una explosión demográfica que seguirá una curva ascendente hasta el momento en que ya no haya sitio para nadie más en el planeta ni alimentos suficientes para el exceso de la población.

Esta sombría perspectiva no tenemos que imaginarla para darnos cuenta de su gravedad sino que basta con que ampliemos nuestra visión actual de los países en los que la miseria es regla y la opulencia la excepción de la que gozan hasta reventar, unos cuantos; en los que el hambre es el estado crónico de la mayoría; en los que la educación es un privilegio; en los que, en fin, la salud es la lotería con la que resultan agraciados unos cuantos pero que ninguna de las condiciones propician, ninguna institución preserva y ninguna ley asegura.

Los sociólogos ponen el grito en el cielo clamando por un remedio, tanto para lo que ya sucede como para evitar que la catástrofe prevista se consume. Los psicólogos estudian los inconvenientes y las ventajas de las familias numerosas y de las constituidas por los padres y un hijo único. Los políticos calculan de qué manera pesará, en las asambleas mundiales, la voluntad de un país cuando cuneta (o no cuenta) con el brazo ejecutor de una multitud que sobrepasa cuantitativamente como decía la Biblia, las estrellas de los cielo y a las arenas del mar.

Entre tantos factores que intervienen para hacer de este problema uno de los más complejos y arduos con los que se enfrenta el hombre moderno, se olvida uno, que acaso no deja de tener importancia y que es el siguiente: ¿quién tiene los hijos? Porque un niño no es sólo un dato que modifica las estadísticas ni un consumidor para el que no hay satisfactores suficientes ni la ocasión de conflictos emocionales ni el instrumento para acrecentar el poderío o para defender las posiciones de una nación. Un niño es antes que todo eso (que no negamos, pero que posponemos), una criatura concreta, un ser de carne y hueso que ha nacido de otra criatura concreta, de otro ser de carne y hueso también y con el que mantiene –por lo menos durante una época-, una relación de intimidad entrañable. Esta segunda criatura a al que nos hemos referido es la madre.

Al pronunciar la palabra “madre” los señores se ponen en pie, se quitan el sombrero y aplauden, con discreción o con entusiasmo, pero siempre con sinceridad. Los festivales de homenaje se organizan y los artistas consagrados acuden a hacer alarde gratuito de sus habilidades mientras el auditorio llora conmovido por este acto de generosidad que es apenas débil reflejo de la generosidad en que se consumió su vida la cabecita blanca que casi no alcanza ya a darse cuenta de lo que sucede a su alrededor, por lo avanzado de su edad, lo que la hace doblemente venerable.

Pues bien, aunque nos cueste trabajo reconstruir el pasado, esa anciana que suscita paroxismos de gratitud fue, en su hora, la protagonista del drama sublime de la maternidad. Durante los consabidos nueve meses, sirvió de asilo corporal a un germen que se desarrolló a expensas suyas, que hizo uso y abuso de todos los órganos en su propio provecho y que cuando fue apto para soportar otras condiciones rompió con los obstáculos que le impedían el acceso al mundo exterior.

Después vienen la lactancia o sus equivalente y las noches en vela y los cuidados especiales que deben prodigarse a quine no se aclimata con facilidad en la tierra, que es frágil, que es precioso.

Las responsabilidades se multiplican con los años. Ya no es únicamente la atención al bienestar físico sino la vigilancia de la evolución intelectual y del equilibrio de los sentimientos. Y la preocupación por equipar, lo mejor posible, a quien pronto ha de apartarse del seno materno para su viaje y su aventura, para la lucha y el éxito.

Si la tarea de ser madre consume tantas energías, tanto tiempo y tanta capacidad, si es tan absorbente que no se encuentra raro que sea exclusiva, lo menos que podían hacer quienes deliberan en torno al asunto del control de la natalidad, es qué opinan de él las madres.

Porque tanto si se mantienen los tabús que hasta ahora han tenido vigencia como si se destruyen; tanto si la natalidad continúa asumiéndose como una de las fatalidades con que la Naturaleza nos agobia como si se extendiese hasta allí el campo del domino del hombre, vale la pena plantearse, como si nunca se hubiera hecho (y a propósito, ¿se hizo alguna vez?...¿cuándo?, ¿con qué resultados?), un cuestionamiento acerca de lo que la maternidad significa no como proceso biológico sino como experiencia humana.

Porque a ratos se dicta, como un axioma, la sentencia de que la maternidad es un instinto que marcha con absoluta regularidad tanto en la mujer como en las hembras de la especies animales superiores. Si esto es verdad (lo que habría que probar primero porque luego nos salen los investigadores con el domingo siete de que el instinto maternal en los animales es esporádico, se extingue una vez cumplido cierto plazo con una absoluta indiferencia de la suerte que corran las crías, aumenta, disminuye o desparece por variaciones de la dieta, de las hormonas, etc. –por lo que, como fatalidad es bastante deficiente-). Sería un atentado contra ese instinto impedir que se ejercite con plenitud y sacrificarlo a otros intereses.

Súbitamente se recuerda entonces que en el nivel de la conciencia los instintos se supeditan a otros valores. Y que la maternidad, en el mundo occidental, ha sido uno de los valores supremos al que se inmolan diariamente muchas vidas, muchas honras, muchas felicidades.

Pero es un valor que, según demuestran la historia y la antropología, no estiman por igual todas las culturas y aun se da el caso de que en algunas sea lo contrario de un valor. Así que no puede tener pretensiones absolutistas y si las tiene debe renunciar a ellas.

La consecuencia es que resulta un atentado contra la libre determinación individual imponer obligatoriamente la maternidad a mujeres que la rechazan porque carecen de vocación, que la evitan porque es un estorbo para la forma de vida que eligieron o de la que se alejan como de un peligro para su integridad física.

Mas para proceder de esta manera se necesitaría, previamente, considerar a la las mueres no como lo que se les considera hoy: meros objetos, aparatos (por desgracia, insustituibles) de reproducción o criaturas subordinadas a sus funciones y no personas en el completo uso de sus facultades, de sus potencialidades y de sus derechos.

El uso de la palabra, 6 de noviembre, 1965

9 comentarios:

  1. ¡Hola niños y niñas!

    A ver qué les parecen los temas que abordaba Rosario Castellanos en sus artículos, hace ya casi medio siglo... cualquier parecido con nuestra realidad...¡no es mera coincidencia!

    Lean y comenten, a favor o en contra de la opinión de la autora pero, siempre con fundamentos.

    Saludos.

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  2. Es una buena lectura, aunque en algunas partes esta un poco confuso, mas al principio, y ademas tiene algunas palabras que son dificiles de comprender, aunque por lo que dice de las madres pues esta muy bueno, solo algunas cosas hay que leerlas una o dos veces para entenderlas bien

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  3. me gustó la postura que toma rosario al defender el papel de la mujer como madre y su gran trabajo que implica ser madre no solo como la sociedad lo marca en esa epoca ya q claramente podemos observar con los escritos de esta autora que la sociedad no las tomaban en cuenta solo siendo considerados objetos o aparatos como lo dice y que ademas no tomaban en cuenta su opinion y para mi punto de vista en la actualidad es parecido porque los politicos solo consideran los conflictos que les ocasionara el aumento de la poblacion, solo se centralizan en estadisticas sin pensar en la opinion de las qu engendran la vida y aunque en nuestra epoca se puede decir que ha aumentado laopinin y critica de las mujeres esta no es escuchada como kiesieramos y los problemas siguen siendo los mismos pero con diferentes circunstancias

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  4. al principio se me hizo un poco complicada la lectura, pero la leí 2 veses, jaja.
    Me agrado la postura que retoma Rosario Castellanos, la cual me hace reflexionar acerca de la maternidad y la opinion que se crea en torno alas mujeres, las estadisticas y la opinion social, sobre si una mujer desea ser madre, los esfuerzos que hacen las madres para criar a sus hijos.
    Sonará cruel, pero la explocion demografica y la falta de una cultura de planificacion familiar, asi como el acabado de la naturaleza en nuestro planeta, es un problema mundial!!. yo no estoy en contra de ser madre (de hecho algun dia quisiera serlo), pero con tristeza dire que los niños, los mas pequeños y los que esta por venir, sufriran las decadencias de nuestro planeta, y esa no sera una buena vida.

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  5. Alan Palacios Rodriguez 44919 de febrero de 2010, 12:40

    Esta muy bien el texto me tuve que detener por 2 palabras y buscar que significaban.

    Esta muy bien la Postura de rosario castellanos por que defiende a la mujer por 2 partes una que creo es evidente es Las capacidades de la mujer y la otra todo lo que hacen para ser madres creo que se puede decir que defiende 2 argumentos.

    y que los hombres en esa epoca o posiblemente tambien entra actualmente nadamas les dan animos como en forma de lastima para que sigan adelante
    Pero ya hay muchas muejres que se realizan teniendo hijos y en el trabajo o solo hacen una de estas dos cosas y les va bien

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  6. Carlos Zamora 439-B20 de febrero de 2010, 14:24

    La postura de Rosario que planta en la lectura es la la mujer que quiere superarse a si misma y la mujer como madre! y pensemos que en la epocoa en que Rosario vivio era un paso de trascendencia en la que la mujer empezo a tener mas importancia en los grandes procesos que pasaron por nuestro pais. La lectura se me hizo un poco complicada ya que desconocia algunas palabras, hoy en dia hay muchas mujeres admirables las cuales pueden salir adelante teniendo hijos y sin la necesidad de un hombre!

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  7. Guadalupe Paredes. =D20 de febrero de 2010, 19:58

    al principio me parecio algo complicada la lectura incluso aburrida.Aunque es un tema muy bueno el que maneja, el como se refiere a las madres me gusto mucho,es muy cierto.

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  8. FLORES DIAZ GABRIEL 436

    el texto esta bueno en realidad creo que no a
    cambiado casi nada en la actualidad con
    este tema polemico de como se tratan a
    las mujeres y rosario castellanos lo toma
    de una postura que es tan caracteristica de
    ella pero en fin esta muy bueno
    megusto

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  9. me paresio una lectura buena ya que tiene razon, dependiendo del punto de vista al que se ve la poblacion es la critica o la veneracion pero "y las madres ¿qué opinan?" da un punto asertado sobre los sentimientos, vivencias, felicidades, desgrasias etc de ahora si las madres q dedican tiempo, espacio y esfuerzo a nosotros el pueblo asta en sierto punto m iso consientisar un poco mas de lo que es una madre.

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