domingo, 7 de marzo de 2010

Carta a los Reyes Magos: el rumor vence a la verdad

Querido Reyes Magos:

¿No es un atrevimiento de mi parte llamarles “queridos” con las venerables barbas que ustedes se gastan? Si lo es, no se debe a una falta de respeto, sino a pobreza de vocabulario. No encontré el tratamiento adecuado para dirigirme a ustedes y eché mano del lugar común, recurso del que suelen hacer uso las personas de mi oficio y que los críticos nos señalan y nos afean pero quien les permite, a su vez, ejercer su oficio respectivo.

Por otra parte, si les escribo esta carta con tal anticipación no es porque yo coma ansias ni porque tenga en cuenta las deficiencias del Correo, Dios me libre, funciona a la perfección –como todo en estas latitudes-, sino por el exceso de correspondencia natural en estas fechas en que toda clase de espíritus cordiales nos presiden.

Aunque no lo haya puesto en el encabezado de mi carta han de saber ustedes que estoy redactándola desde México, lo que antaño fue la región más transparente del aire. Ya no lo es y oficialmente se ha reconocido así, pero el cambio no ha de interpretarse como decadencia o falla, sino al contrario. Significa que hemos entrado en la etapa de la industrialización y, consecuentemente, de la polución. La bruma que ya comienza a envolvernos tiene un prestigio londinense. Las enfermedades de las vías respiratorias que pronto han de aquejarnos son un poco más altas (en todos los sentidos) que los males hídricos que caracterizaban nuestro subdesarrollo.

Pero abandonemos tales disquisiciones y volvamos a nuestro punto inicial de partida: México. ¿Qué ignoran a lo que me estoy refiriendo? No se atrevan a repetir desacato tal porque yo sería la primera en pedir para ustedes, por más Reyes Magos que sean, la aplicación del artículo 33 por extranjeros indeseables.

Además no es posible que no estén enterados de nada respecto de nuestro país, porque últimamente se ha hecho muy notorio, ante la opinión mundial, gracias a una serie de acontecimientos sensacionales ocurridos aquí.

Uno de ellos es, naturalmente, la Olimpiada. Sí, ya me imagino que ustedes, con su edad, no se interesan excesivamente en los deportes y que si bien los caballos fueron protagonistas de muchos episodios trascendentales, tanto como los camélidos (camellos) como los proboscidios (elefantes) estuvieron por completo excluidos de las competencias que no por ello fueron menos brillantes y lúcidas.

Porque, aunque parezca inmodesto decirlo, nos lucimos. Ganamos medallas de oro, plata y bronce. Se pusieron en evidencia ante nuestros ojos nuevos ídolos que aclamar, modelos que seguir, metas que superar. En suma, no sólo pudimos salir airosos del compromiso que habíamos asumido, sino que aún nos queda un ancho margen para el legítimo orgullo y para al satisfecha vanidad.

Paralelamente a ello (y ya puestos en el tren de hacer balance al que tan propensos somos en los últimos días del año) ocurrieron otros hechos que son, precisamente, de los que quería hablar con ustedes.

El origen (si es que ése fue el origen, porque a las alturas en que nos encontramos ya nadie se atreve a afirmar nada de un modo categórico) fue un pleito estudiantil de los que tradicionalmente se sienten obligados a sostener, cada cierto tiempo, las escuelas rivales. Los alumnos se golpearon entre sí con varillas, ladrillos y otros elementos igualmente constructivos. Intervino la policía con el resultado natural de que los alumnos se aliaran con ella. La lucha se mostró pronto desigual y hubo de solicitarse refuerzos ya no únicamente policiacos, sino del ejército. Ante la ocupación de sus planteles los alumnos respondieron con manifestaciones: tumultuosas, estentóreas, ordenadas, silenciosas, impresionantes por alguna de estas características, pero siempre por un número muy elevado.

La Ciudad Universitaria, una especie de Sancta Sanctórum intangible para la fuerza, se convirtió durante algunos días en cuartel y lo mismo otros edificios destinados a la educación superior. Los estudiantes se negaban a reanudar las actividades académicas si antes no se les concedía un pliego petitorio que fuera del contexto emotivo en que fue redactado, me temo que resulte un poco incongruente.

Vino la sagrada tregua impuesta por las Olimpiadas y después una especie de sonambúlica e intermitente vuelta a clases. Pugnaban entre sí dos tendencias: la conciliatoria, que pretendía poner fuera de peligro la autonomía y la libertad de cátedra –que son los pilares fundamentales de la vida universitaria – y la reivindicatoria que contaba y recontaba los muertos, los heridos, los torturados, los perseguidos, los presos.

Aparentemente triunfó la primera tendencia y la segunda fue aniquilada no sin que antes estallaran varias bombas que nos hicieron creer en el advenimiento de la era del terror.

Se elevaron voces: admonitorias, amenazadoras, con temporizadoras, interrogantes. Entre estas últimas sobresalió la de Ricardo Garibay, enérgica y dirigiéndose a quien corresponde para ser informado de los motivos por los que un asunto nimio había alcanzado una magnitud nacional. Muchos otros elaboraron hipótesis: imaginativas, maliciosas, extravagantes, pero ninguna avalada por el visto bueno oficial.

La gente menuda, como yo, se quedo en Babia. Nadie entendió nada y es por eso que, acompañando estas cuartillas con testimonios de buena conducta, me permito solicitarles a ustedes una explicación: ¿Qué ha pasado aquí? ¿O es que aquí no ha pasado nada? ¿Se puede llamar democrático a un régimen en cuya cúspide reina el misterio y en que la verdad es patrimonio de unos cuantos iniciados que cuando hablan es como por enigmas? ¿Puede existir una participación en la vida política, ya no digamos de una mayoría que carece totalmente de formación, sino tampoco de una minoría que carece totalmente de información? Los oráculos alardean de sus conocimientos: saben quiénes son los promotores de la agitación, están al tanto de sus planes y aun tienen calculadas las fechas en que esos planes van a llevarse a cabo. ¿Por qué entonces guardan el secreto? ¿Por qué prefieren que reine y se propague el rumor, la sospecha, la alarma con o sin fundamento?

Ah, y por último, queridos Reyes Magos. Me sería muy útil un diccionario en que se explicara el significado de vocablos que todo el mundo usa hoy y nadie aclara. Como por ejemplo: enemigo de la patria, subvertidores del orden (de la extrema izquierda y de la extrema derecha) y otros semejantes.

No dudo de la atención que se sirvan prestar a mi humilde súplica, quedo, como siempre, su segura servidora.

Excélsior, 4 de enero de 1969

5 comentarios:

  1. ¡Hola niños y niñas!

    Aquí está el nuevo artículo de Rosario para esta quincena, espero les resulte interesante. Para entender el texto deben de recordar algunos acontecimientos importantes que sucedieron en nuestro país en la década de los sesenta. Así entonces podrán encontrar en el artículo la postura de la autora frente a este hecho que a ella le toco vivir, por favor lean con cuidado pues el texto está lleno de ironía y de denuncia.

    Espero sus comentarios.

    Saludos.

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  2. Hector Patiño 46311 de marzo de 2010, 2:29

    Yo creo que el texto es bueno ya que se vasa en la carta de una niña inocente que solo quiero respuestas ante la cosa tan grave que está pasando en el país, como es el movimiento estudiantil encontrar de las represiones del gobierno, creo que como ella muchas personas ya sean grandes o pequeños de edad tampoco entendían lo que estaba pasando en ese momento, no tenían ni idea que era la extrema izquierda o la extrema derecha y mucho menos que un estudiante podía ser un enemigo de la patria por el simple hecho de exigirle al gobierno algo que no estaba fuera de los estándares; Siento que fue como un grito de auxilio ya que como dice el relato la contaminación, la tecnología, las enfermedades , crecía a la par de la corrupción.

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  3. Flores Diaz Gabriel 46318 de marzo de 2010, 11:44

    Esta muy bueno, la chica que le esta redactando esta carta a los Reyes Magos les piede explicaciones y por consecuanca respuestas del trato que tenemos los estudiante por parte del gobierno y por que seriamos catalogados como enemigos, yo creo que la respuesta a todoas esatas cuestinoes que tiene esta joven estan en nosotros mismos, es mas que obvio que nuestra politica es muy dificil de cambiar pero no esta por de mas intentarlo haciendo conciencia de los problemas que tenemos en este pais renovando a este empezando por nosotros mismos

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  4. creo que para poder entender este texto es necesario remotarnos a los sucesos que pasaron ademas de saber que tanto tiempo habia pasado de lo sucedido y cuanto se habia hablado de las situacion en el lapso en que sucedieron las cosas y la fecha en el que se publicó este documento y para mi punto de vista creo que mexico sigue ihual es decir no se nos dicen las cosas como son, no hay informacion y mucho menos interes por buscar esta misma o interes por lo que esta pasando se me hizo muy interesante el texto y las reclamaciones que hasta la actualñidad creo que deberian ser vigentes

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  5. guadalupe paredes 439. =D31 de marzo de 2010, 17:18

    la opinion de rosario me parece muy cierta,es un texto muy bueno, incluso estoy de acuerdo con lo que nos dice,¿como fingir que no ha pasado nada?....cuando podemos pensar que tal vez eso no termino y que sigue todo igual.

    me gusto mucho el texto pero sobre todo como expresa rosarioel problema sucedido hace tiempo.

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